Un colega suyo, de otro equipo, que comparte el color principal de la camiseta, tiene la misma opinión: “Los compromisos con los amigos, familiares, conocidos, las que cambio, me pueden llevar a la ruina. Un delantero reconoce sin pudor que no paga ni un euro: “Solo uso las que tengo gratis. No me paso nunca de ese límite, que está mal la situación como para despilfarrar más dinero en ello”.